12 abr 2013
Entrevista a Enriqueta Otero na COPE no 1987
Entrevista a Enriqueta Otero realizada pola cadena COPE Lugo no ano 1987 (Enriqueta finou o 31 de outubro de 1989). O texto está extraído do libro "Lucenses 2" (ISBN 84-605-9860-8) na súa primeira edición en Decembro de 1.999.
Tengo accidente cerebro-vascular, con deficiencia circulatoria de mi cerebro. Tengo problemas para expresarme, tengo amnesia. Has de ayudarme un poco para que todo quede claro.
Todo lo que haga falta, pero tiene usted una voz fuerte, parece estar llena de vitalidad.
Es porque hay una cosa que la llama fuerza de voluntad. Y te hago una pregunta; ¿la fuerza de voluntad tiene fuerza creadora?. O sea, ¿lo que el ser humano desea intensamente, lo crea?
Pues... en el caso de usted parece que sí.
Lo mío, según expresaron los médicos, es un verdadero milagro; porque tendría que estar ahora babándome, torcida, con la boca de3 una manera o de otra; y no estoy allá aún fea del todo; si no, mírame... mírame... ¿como te llamas?. Ves, no me sale tu nombre.
Le sale, le sale.
…Rivera..., Rivera Cela, hijo de Rivera Manso.
Y nieto de Rivera Fructoso.
Sí, ya estás con la familia; el concepto de familia...; pues como no lo modifiquemos un poco... apañados vamos.
Doña Enriqueta, dígame cuando nació.
Si te lo digo lo sabes todo.
Dígamelo.
Pues en el 10.
¿Se acuerda del día?
Pues sí, el 26 de febrero, en un sitio que se llama Miranda, en el ayuntamiento de Castroverde; amo mucho ese rincón y quiero hacer todavía muchas cosas por él antes de que me “duerma”; porque yo no quiero “dormirme” aún; y no es porque me interese mucho esta vida de desequilibrio que ha creado el sistema capitalista-burgués-explotador; un sistema de transición parecido al que afecto al Imperio Romano cuando los bárbaros lo invadieron.
¿Quiénes eran sus padres?
¿Qué?
Que me diga quienes eran sus padres.
Pues un hombre y una mujer.
¿A que se dedicaban?
En un cierto tiempo no lejano eran los hidalgos de la comarca, los dueños de muchas tierras. Mi padre presumía de que era Caballero Cubierto ante el Rey; y... tonterías; y... holgazán; porque eran holgazanes.
¿Sus padres eran holgazanes?
Bueno, espera, mi madre no tuvo tiempo a ser holgazana; se casó a los 17 años; la llevó allí un canónigo tío de ella; parió nueve veces y murió a los 36 años; yo creo que trabajó, ¿verdad?
¿Y su padre?
Mi padre era un señor estilo de antes, un hidalgo; tenía dos “Mercedes”; entonces dos “Mercedes” eran dos caballos grandes; tenía barba hasta la cintura y presumía de andar de mercado en mercado; mi padre era un caso de machismo. Una de las cosas contra las que quiero luchar antes de “dormirme” es contra el machismo.
Usted en aquella familia vivió bien.
Bueno, viví al lado de un sacerdote, de un canónigo.
¿Estudió?
En el Colegio de la Milagrosa, en la Plaza de El Ferrol; que hay que ver lo que hizo el alcalde Quiroga, quitándome aquel árbol tan bonito debajo del cual jugaba yo.
Deje a Quiroga tranquilo y dígame que estudió en La Milagrosa.
Estudié bachillerato y luego magisterio, eran los años 20.
No era habitual entonces que las mujeres estudiasen.
Pero yo estudié.
¿Y tenía ya unas ideas políticas concretas?
Y que le importa a nadie eso. Pero te voy a contar una anécdota que te va a dar noción de mis ideas políticas: era Carmen Pardo la directora de la Normal de Lugo. Me examinó de una lección, en pedagogía, que recuerdo que se trataba sobre la escuela única y que yo desarrollé como mi mente me aconsejaba; la profesora se tambaleó en su silla y cuando acabé me dijo: “Enriqueta Otero, usted es una bolchevique!” (yo había dicho que la escuela única debía atender a las capacidades y no al poder del dinero). Vyebim yo no sabría que significaba aquello de bolchevique y como no me gustó el tono me fui a quejar a la superiora de La Milagrosa. Yo ya era entonces comunista.
¿Sin saberlo?
Comunista se nace. Comunista era Cristo y no asistió a las escuelas de Lenin o de Marx.
¿Dónde la destinan cuando acaba la carrera?
A San Cosme de Barreiros, donde con 5 pesetas que ganaba tenía que atender también a tres hermanos míos, los pequeños, que no habían conocido a su madre, porque mi madre ya había muerto. En San Cosme estaban muy contentos conmigo; tenía 81 niñas y me hicieron un chalet, que me regalaban si me quedaba allí. Después estuve en Montefurado y más adelante en cinco o seis más, hasta que saqué las oposiciones y me fui a Madrid y amplié estudios en la especialidad de sordomudos. La República se había proclamado en el 31, creando la sección de pedagogía en filosofía y letras, donde yo me matriculé; y en eso estaba cuando estalló la Guerra Civil.
¿Y la pilló en Madrid?
En Madrid. Allí me concienció mucho un chico de Coruña que se llamaba Castro y que había estado en Rusia formándose. Me concienció mucho sobre lo de Mussolini, sobre lo de Hitler, sobre el fascismo, sobre las cosas que yo tenía oscuras en el sentido de formación, que nadie sale milagrosamente concienciado de las ideas básicas fundamentales.
¿Qué le pasa el 18 de julio del 36?
Como yo me había hecho practicante, me llaman de la Casa del Pueblo para que me vaya al Hospital de Carabanchel. Allí había 100 monjas y había que sustituirlas. Allí estaba Gómez Ulla (que aún se llama hoy Hospital de Gómez Ulla) que trabajaba mucho y me decía: “que vas a caer, que vas a caer”. Me nombraron del Comité de Dirección y sustituimos a las monjas por 47 enfermeras.
Entre ellas usted.
Yo dirigía.
¿Y cuántos años tenía?
Pues 25 o 26. Recuerdo que un día le dije a Gómez Ulla, cuando trataba de protegerme mientras llegaban los soldados con las entrañas de fuera: “muchas gracias Gómez Ulla, pero no se preocupe tanto por mi, porque no ha de morir un soldado nuestro por falta de atención y por sus ideas, que ya sabemos cuales son”. Recuerdo el trabajo magnífico de una enfermera de origen griego que se llamaba Georgakopoulus y que hacía el trabajo de 10 ó 12 monjas. A mí me respetaba mucho; fumaba, pero cuando entraba yo escondía el cigarro detrás del culito.
Pero usted no se quedó a cuidar heridos; usted se fue al frente a tirar tiros.
Y los tiré después de la guerra todavía; caí en combate con las fuerzas de la represión ahí donde se hizo la Frigsa; tiré todos los tiros que tenía hasta que se me acabó la munición; me iba a da un tiro en la sien, pero a la pistola le dio por encasquillarse; era el año 46 y yo estaba en el maquis.
Volvamos otra vez, un poco, a la guerra.
Yo dirigí varios centros hospitalarios y culturales. Habíamos creado milicias de la cultura; yo era directora de la Escuela Central de Milicias de la Cultura para no dejar ni un analfabeto en todo el ejercito. No éramos los “tragacuras”, éramos aquellos que íbamos a por un mundo distinto, éramos los representantes de la República.
¿Dónde se encuentra al final de la guerra?
Pues en la cárcel, pero no porque me cogiera la reacción, el falangismo; me había pillado la Junta de Defensa Casadista. ¿Sabes como terminó la guerra?. Te lo voy a explicar, porque esto hay que contárselo a la juventud. Al terminar la guerra, todos los partidos políticos –digo todos porque hasta Mera, anarquista, también estuvo de acuerdo-- decidieron entregar el poder a Franco; los comunistas, no; pensábamos que había que dar la batalla con el Ejército del Centro, que defendía los 9 puntos de Negrín; pero la Junta no hizo eso; la Junta estaba integrada por Casado, Besteiro, Largo Caballero, Wenceslao Carrillo (padre de Santiaguito)...; yo luché ocho días en la calle; si llego a tener todas las calles que conquisté en esos ocho días era rica; e resulta que non teño un can, non teño unha cadela. “Están locos esos comunistas”, decían, “ya perdimos el Norte, Levante y demás”; y estaban contra Negrín que quería mantener la lucha en el Centro; Negrín era socialista, pero el Comité Central del Partido Comunista estaba a su lado. Yo me subí a los tanques para dar discursos y apoyar a Negrín y evitar la rendición sin condiciones a Franco.
Entonces a usted en la cárcel la meten los suyos.
Uno con un brazalete blanco, del partido socialista. Yo estaba hablando subida a un tanque y le dije apartando una cazadora de cuero que llevaba: “dispara, traidor, que pronto estarás tú en los campos de concentración!”. Y así fue, así fue. Tenéis que saber cómo fue la terminación de la guerra...
Bueno
…Y la responsabilidad enorme de los que estaban en el poder que eran los socialistas, y de Besteiro que después las pagó gordas –le estuvo bien (no en el sentido personal)-- él era el que decía: “ españoles, no más derramamiento de sangre, esos comunistas están locos! A mi, cuando terminó la guerra, me habían llevado a los Salesianos, estábamos retenidas o detenidas 2.600 mujeres que no nos entregamos nunca al franquismo; de allí pasamos a la cárcel de Ventas; nos llevan los de la Junta, los socialistas, para entregarnos. Entonces nos organizamos en Comité y le dijimos a la jefa de servicio que nos entregase la llave para poder salir; porque ya habían machacado a las Juventudes Socialistas Unificadas y qué no harían con las mujeres revolucionarias; entonces la que mandaba no nos quería dejar marchar y la amenzamos con tirarla por el balcón; se asustó y fuimos saliendo poco a poco.
Y se echó al monte
A qué monte me iba a echar, coño, si aún estaba en La Cibeles; deambulé por Madrid; no podía ni irme a mi casa, ni irme con los de izquierdas, y menos con los de derechas. En Ventas me reuní con un tal García Giménez; era maestro en Don Benito (Badajoz) y me tenía todo preparado para escapar para Levante, pero yo dije que no, que había que reconquistar España; o sea, el comienzo de la resistencia. En Madrid estuve 16 o 17 días de un sitio para otro, sin que me detuviesen, hasta que puede venir a Galicia. El viajes para aquí fue... si me vieses hablar con los llamados nacionales, disimulando!; debían creer que yo era Pilarita Primo de Rivera o algo por el estilo. Bueno, después de muchas peripecias, conseguí llegar a Lugo en tren.
¿Ya la perseguían los ganadores?
Estaba perseguidísima. No se por qué el fascismo me dio una importancia que no tenía. Yo creo que la mía, y puedo demostrarlo, fue la persecución más intensa que hubo en España. La directora de un grupo escolar, Dolores Ruíz de Castañeda, que no era de derechas, lo había oído, y me mando recado que querían encontrarme “viva o muerta”.
¿Cómo se camufla aquí?
Llegué a la estación de Lugo y me fui a la lucense casa de un señor de Castroverde que se llamaba Manuel Gómez Díaz y que era cura y amigo de mi familiaM me escondió en su casa; pero a mi me venían pisando los talones y él me dijo que si llegaban a casa tenía que tirarme por una ventana que daba a las obras de la actual Delegación de Hacienda, que se estaba construyendo; esa fórmula a mí no me gustó y decidí marcharme; salí por la sacristía de la Iglesia de La Nova.
¿Y trató de contactar con otra gente, con el maquis?
Es que yo no tenía ni idea de donde estaba nadie: ni familia, ni mis amigos; me dijeron que en la zona de Becerreá había muchos republicanos huídos y allí empiezo a organizar la guerrilla.
¿Eran muchos?
Cientos
¿Y por dónde andaban concretamente?
Por todas partes; teníamos que ser dinámicos, saltar de un sitio a otro, porque si no nos localizaban y nos detenían. Era muy importante saber de casas de antifascistas, de gente fichada, que nos escondía temporalmente. Yo aguanté así unos siete años; de un lado para otro, luchando aquí y allá.
A usted la detuvieron en el 46
No me detuvieron, cai.
Bueno, como usted quiera.
Pues fue donde estaba la Frigsa, se llamaba el Agro do Rolo. Allí, en una casa, tenía una imprenta clandestina y un lugar para esconderme. Cuando me encontraron ofrecí resistencia y hubo muchos tiros; no me dejé coger hasta que me hirieron de gravedad y después me llevaron a rastras hasta la carretera; fíjate como me arrastrarían que cuando llegamos a la carretera por la espalda no tenía ropa. Me ingresaron en el hospital y allí me operaron aun vive hoy Sor Magdalena, que estaba en el quirófano. Después, una vez, le llevé un ramo de claveles rojos y una caja de bombones y se acordaba muy bien de mí. Le habían dicho que yo era una mujer “muy peligrosísima”.
Y del Hospital, a la cárcel.
Cuando me recuperé un poco me llevaron a la Prisión Provincial, que estaba al lado de la actual Estación de Autobuses; me metieron en la celda número 15.
¿Cuánto tiempo pasa en la cárcel?
Diecinueve años, hasta el 65.
¿Siempre en Lugo?
No, no, estuve en muchas, en muchas.
¿Qué hacía en la cárcel?
Oposición, guerra sin parar; estaba siempre en las celdas de castigo; yo protestaba por todo.
¿La juzgaron aquí?
No, en La Coruña, en la sede de la VIII Región Militar; me llevaron en camilla porque aún estaba herida. Por una de las cosas que me juzgaron fue por “atentado a la fuerza pública”; yo les contesté “no eran fuerza pública, eran atracadores, perturbadores de España”. Rivas Pichel, mi defensor, me decía que callara, pero yo no le hice caso porque ya sabía que me iban a matar...
¿Y la condenaron a muerte?
Sí.
¿Y usted se vio contra el paredón?
Oí como levantaban la horca; porque nos iban a ahorcar; éramos cinco y luego sólo ahorcaron a dos: a Julio Nieto y a Ramón Vivero; por cierto que ahora que se hacen homenajes a la resistencia, porque se homenajea a Lorca y a otros, en Lugo hay que hacer un homenaje a esos dos héroes, a esos dos modelo de hombres.
Y usted se salvó.
Me iban a ajusticiar por la mañana y a las cinco de la madrugada vino mi defensor corriendo, Rivas Pichel, diciendo que la intervención de algunos organismos internacionales que estaban presionando al gobierno de Franco, había servido para que me conmutasen la pena de muerte por treinta años de reclusión.
Cuando en el 65 sale en libertad, ¿la rehabilitaron como maestra?
No, no, no; me pasé 16 años apañando bellotas en mi pueblo y criando cerditos.
¿Y cómo la acogen sus vecinos y compañeros cuando sale, tras un pasado tan tumultuoso?
Pues me acogen muy bien, pero con precauciones, porque en aquellos años seguíamos en pleno fascismo, con unas represalias terribles.
Pero a usted no le hacen nada
¿Que no me hacen nada? Pero si llegaron a amenazar a la gente que intentaba ayudarme. Yo me hice allí una casa; y la hice yo sola, yo sola; no me pudieron ni mover una piedra. Al principio se me caía todo; los ladrillos, todo; pero la acabé.
¿De qué vivía?
De trabajar las tierras y de vender los animales que criaba.
Pero acaban reponiéndola en su puesto de maestra.
En 1974.
Antes de que muriese Franco.
Antes de que muriese Franco. Pero mire que reposición más curiosa: quiso Franco dar una apariencia de libertad, que se admitía a los que no tuviesen las manos manchadas de sangre (a mi nunca me pudieron demostrar nada de esos) y todo lo de atrás estaba liquidado; entonces una señora que era jefe de negociado en Madrid vio que yo reunía los requisitos necesarios y me metió en la lista de rehabilitados. Cuando eso llegó aquí, el Delegado de Educación dijo “¿pero cómo han repuesto a Enriqueta Otero, esa peligrosa comunista, para las escuelas?”. Fíjate la que se armaría que hasta quisieron echar a la señora de Madrid, que tuvo que defenderse alegando que yo cumplía las condiciones exigidas y nada más. Era el año 1.974, en noviembre, y me empezaron a destinar a escuelas que estaban suprimidas; metieron por medio hasta a la CIA. Una vez me llegó un escrito firmado por el Delegado que decía “en virtud de órdenes verbales –y no pueden ser verbales, cuando la decisión la había tomado el Ministro de Educación-- espere usted el número de registro personal que le ha de adjudicar la Presidencia del Gobierno”.
¿Cuándo, por fin, le dan escuela?
En 1.975; la escuela de Fontarón.
¿Y cuánto estuvo en activo?
Pues el necesario para “sacarle” allí al cura una casa rectoral muy buena para que comiesen en ella los niños. De la Delegación me mandaban oficios: “pase usted al servicio de la Inspección”, pero yo me iba afianzando en mis derechos.
Voy a cambiar de tema Enriqueta: ¿usted no se casó nunca?
Si señor.
¿Síííííí?
Hombre!
¿Cuándo?
Ya antes de la guerra; a él lo cogió aquí y a mí del otro lado. Me mandó un telegrama diciendo que iba para allí, pero ya no llegaron los trenes; y yo no le vi nunca más; hizo muchas hazañas, muchas cosas, como todos los machistas; y se murió.
¿Se puede saber cómo se llamaba su esposo?
Si, como no, José Teijón.
¿Tuvieron hijos?
No, no me dio tiempo.
Y ahora, jubilada.
Ahora jubilada tengo un retiro, porque soy la maestra más antigua de España, empecé a ejercer con Alfonso XIII.
¿Cuánto cobra?
Non cho teño que dicir, que logo o mesmo me atracas.
Por Dios!
Espera unha cousa, espera que xa cho direi.
Que tampoco me importa tanto.
Tengo un retiro digno; llegando a las 100.000 pesetas, ya se puede vivir, ¿no?
Si, claro.
Por eso hice la Escuela de Cellán, por eso hice la Asociación de Vecinos de Castroverde, por eso hice la Escuela de Freiría, allí trabajé muchísimo, por eso hice “O Carriño”, en “O Carriño” me gasté de mi dinero, más de un millón de pesetas. Un día Portomeñe me quiso dar 30.000 pesetas y le dije que se las guardara para una cuchipanda. Yo como poco, ¿sabes?; me acostumbré a comer poco en la cárcel; cuando estaba castigada, o sea casi siempre, me daban un cazo de zanahorias.
¿Y en qué anda ahora metida, cuales son sus proyestos?
Incidir en el sistema educativo español, en convencer a la gente de que la cultura es lo único que nos puede salvar...
Oiga, que se me olvidaba una cosa: usted tuvo mucha relación con la Pasionaria.
Mucha, concidí con ella en el trabajo, en los hogares del soldado; que yo creé muchos para que el soldado no se dispersara y cayera en las enfermedades venéreas y se perdiera en los permisos; el más importante hogar fue el de Fresno del Torete.
¿Y no le da pena de que todo aquello por lo que luchó se haya quedado en casi nada? Porque ustedes, los comunistas, están hechos una desgracia.
Bueno, ya viene con lo de los partidos...
No, le estoy diciendo la verdad: la gente no les vota; al Sr. Carrillo, que era un líder, lo han desplazado...
Pobrecillo él! Carrillo, Carrillo... sí; el es un heredero del odio al partido de su padre; estoy aquí dándole una puntada. Yo ya he dicho que el partido no era lo que decía Dolores Ibárruri, ni lo que decía Carrillo, ni lo que decía Gerardo Iglesias; el partido era “la oposición dialéctica-científica a un mundo distinto del mundo paranoico de la locura fascista hitleriana”.
Ahora mismo usted me recuerda, hablando, a Dalí.
¿Dalí?...Dalí estará tolo, pero eu non. Dalí es un hombre con las ideas monolíticas de la vieja sociedad.
¿Usted está contenta en Lugo?
Cómo no voy a estar contenta; aquí nací y respiré mi aire...
¿La tratan bien, es una persona respetada?
Yo creo que si me conocen bien y ven lo que quiero y lo que propugno, me deben respetar. “No es culto quien no se vea como parte de un todo en la evolución del universo la cultura vale más que la riqueza; con la sociedad no eres acreedor, eres deudor; tienes que devolver a la sociedad lo muchísimo que le debes...!
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